
Moisés Saltiel
Managing Partner
Durante décadas, el ecosistema de fusiones y adquisiciones ha operado bajo una lógica en la que el valor estratégico y financiero guiaba cada transacción. Hoy, esa lógica enfrenta una nueva variable disruptiva: la geopolítica comercial.
La reciente intervención del gobierno estadounidense en el intento de adquisición de U.S. Steel por parte de la japonesa Nippon Steel es un caso paradigmático. No se trató solo de un veto por “seguridad nacional”, sino de una señal contundente: en tiempos de guerra comercial, los intereses estratégicos de los Estados pueden prevalecer sobre cualquier sinergia corporativa.
Este tipo de decisiones tiene efectos inmediatos: caída en el valor de mercado, mayor incertidumbre y una urgente necesidad de replantear la forma en que se estructuran las operaciones transfronterizas. Desde el ámbito legal, observamos un giro claro: cada vez más empresas e inversionistas incorporan cláusulas de contingencia arancelaria, esquemas alternativos de adquisición y estructuras híbridas que permitan responder a contextos cambiantes.
México, en este nuevo escenario, se posiciona como una plataforma clave. Su cercanía con EE.UU. y la protección del T-MEC lo hacen particularmente atractivo para transacciones que buscan esquivar los efectos de los aranceles. Asimismo, empresas estadounidenses están reconsiderando sus objetivos de adquisición, priorizando actores nacionales o regionales que fortalezcan sus cadenas de suministro locales.
En este entorno, el trabajo legal no puede limitarse a lo operativo. Debe anticipar riesgos, interpretar tratados multilaterales y estructurar operaciones con visión global pero enfoque local. Las oportunidades siguen existiendo, pero el terreno ha cambiado. Hoy más que nunca, una estrategia legal sólida es tan crucial como una buena valuación financiera.