Cuando hablamos de nearshoring, solemos pensar en fábricas, cadenas logísticas y producción industrial. Pero el verdadero nearshoring estratégico comienza mucho antes: en las decisiones de inversión. Hoy, los fondos de capital emprendedor que están apostando por startups latinoamericanas no solo buscan innovación, buscan resiliencia.
La fragmentación de las cadenas globales –impulsada por tarifas, tensiones geopolíticas y restricciones regulatorias– ha dado lugar a un nuevo enfoque: invertir en soluciones que habiliten un modelo productivo más regional, ágil y autónomo.
En este contexto, las startups mexicanas enfocadas en logística, trazabilidad, gestión de la cadena de suministro y manufactura inteligente se han vuelto especialmente atractivas. Estas empresas no solo resuelven ineficiencias estructurales, sino que se alinean con la tendencia de reindustrialización regional. Estamos presenciando un cambio: el próximo unicornio de la región probablemente no será una fintech, sino una startup que haga más eficiente el nearshoring.
Claro está, este nuevo entorno también plantea desafíos. Proyectos con alta dependencia de componentes importados desde Asia enfrentan incertidumbre regulatoria. Por ello, los fondos están exigiendo mayor claridad legal, estructuras sólidas y rutas de escalabilidad regional.
Aquí, el rol del asesor legal es fundamental: traducir el contexto geopolítico a estructuras jurídicas adaptables, diseñar vehículos que permitan levantar capital y operar entre jurisdicciones sin quedar vulnerables a cambios regulatorios inesperados.
Latinoamérica tiene talento, mercado y una oportunidad estratégica frente a sí. Convertir esa oportunidad en realidad requiere visión empresarial… y una estructura legal que esté a la altura del momento.